Little Fires Everywhere

“Sometimes you need to scorch everything to the ground, and start over. After the burning the soil is richer, and new things can grow. People are like that, too. They start over. They find a way.”

Celeste Ng, Little Fires Everywhere

Luego de confirmar que la cuarta temporada de 13 Reasons Why es un completo fiasco y que hubiera sido mejor terminar la serie en la temporada anterior, no me queda más que recomendarles otra buena propuesta que vi la semana pasada: Little Fires Everywhere (Pequeños fuegos por todas partes). Muchos la ubican como la sucesora de Big Little Lies y eso es cierto, pero solo en parte. Quizá el mayor parecido a mi parecer sea el volver a ver a Reese Witherspoon en su papel de madre de una familia que oculta graves grietas bajo la fachada del ideal sueño americano.

La serie se basa en el libro homónimo de Celeste Ng y por supuesto que trata de mujeres, aunque siento que en realidad trata más sobre la maternidad. Comparado con la novela, podemos decir que la serie resulta bastante idéntica, aunque oportunamente esta última añade personajes de raza negra y homosexuales, y digo oportunamente porque ni siquiera se siente forzados, sino que, al contrario, enriquecen mucho la historia.

La historia se ubica en 1997 en Shaker Heights, Ohio, aunque con saltos en el pasado que van desvelando la realidad de los personajes. Elena Richardson (Reese Witherspoon), la esposa de una familia adinerada y madre de 4 adolescentes le renta una de sus casas a Mia Warren (Kerry Washington), una misteriosa madre soltera afroamericana que dice ser artista y que tiene una hija adolescente llamada Pearl. Conmovida por la situación, Elena no solo les reduce la renta, sino que tampoco le da mucha importancia a sus antecedentes y gradualmente permite que Pearl haga amistad con su hijos y que Mia les apoye en algunas labores domésticas a cambio de un pago.

Aunque ambas madres quieren lo mejor para sus hijos, cada una ha seguido un camino distinto para conseguirlo. Elena ha renunciado a su sueño de periodista para dedicarse de lleno a satisfacer las necesidades materiales de sus hijos; sin embargo, del lado emocional ha fallado terriblemente. Mia, por el contrario, ha preferido seguir su carrera como artista y complementa sus escuetos ingresos con trabajos de medio tiempo y jornadas irregulares con las que apenas logra reunir lo suficiente para ella y su hija; sin embargo, mantiene una mejor comunicación con ella. Cuando los mundos de ambas madres coinciden, los hijos comienzan a encontrar las partes que les faltan y vendrán las recriminaciones. Finalmente, el conflicto se desata cuando una tercera madre, una inmigrante china, en medio de circunstancias difíciles tiene que abandonar a su hija recién nacida y esta termina siendo dada en adopción enemistando a Elena y Mia.

Por supuesto que es una de esas series a las que yo llamo en el buen sentido «novelitas» aludiendo un poco a las famosas telenovelas mexicanas que resultaban tremendos dramones y que uno esperaba con ansias el siguiente capítulo. La verdad es que el trabajo de ambas actrices es bueno. Además, toda la historia del libro se incluye en la temporada de 8 episodios y honestamente espero que no haya segunda parte.

Decía que, desde mi punto de vista, la maternidad es tema medular (aunque podría extenderse a la paternidad o sencillamente al hecho de convertirse en padres). Tenemos el ya muchas veces debatido tema de si es madre la que engendra o la que cría y los dilemas que la adopción plantea, así como de traer hijos al mundo casi nunca con las mejores condiciones. Tenemos el tema de los hijos que no son planeados. De cuando se sacrifican y se posponen los sueños por ellos y de los gozos y arrepentimientos que vienen más adelante. De que independientemente del esfuerzo los hijos nunca estarán conformes. De cómo con frecuencia los convertimos en nuestros costales emocionales. Y de cómo no existe la receta perfecta para criarlos.

Quizá por todo eso, Izzy, la hija menor de Elena se vuelve un personaje entrañable y una pieza clave para entender toda la trama. Ella es la oveja negra de la familia, incomprendida e irreformable, y la que finalmente encenderá una chispa que cambiará todo. Y es que no podemos hablar de un final completamente feliz. Como en el mundo real, algunos reciben su merecido, otros tienen que enfrentar la verdad y todos tienen que sobreponerse. El incendio de la casa de los Richardson que abre y cierra la serie, junto con el soundtrack final Build it up parecen encapsular la lección de que ante tales circunstancias solo queda quemar todo e iniciar desde cero, conseguirse una nueva vida.