¿Y por qué no?

– ¿Mermelada con chipotle? ¿Quién les dijo que sabía rico?

– ¿Y por qué no? – respondo mientras algo se prende en mis adentros. No tiene que ver con si la combinación es o no rica. Es el malestar provocado por ese cuestionamiento, que por su tono, es en realidad solo el disfraz de una rotunda afirmación. Es la pretención de una verdad absoluta de alguien que se cree la única autoridad.

Cuando hablamos de comida, ¿cuántas han sido las personas que se atrevieron a transgredir las convenciones de su tiempo para producir, mejor o peor pero al fin y al cabo, algo nuevo? ¿Existe un límite? Algunos, como Yuval Harari, aplican como máxima que si la naturaleza lo permite entonces es válido, no hay nada de antinatural en eso. Bajo ese criterio muy pocas cosas, quizá las que solo viven en nuestra imaginación, son imposibles.

En la realidad y sobre todo en nuestros días, establecer límites en los que una gran mayoría este de acuerdo se ha vuelto sumamente complejo. Nunca fue más cierta aquella frase de que «cada cabeza es un mundo». Y por mucha libertad que se otorgue, parece ser que en una sociedad civilizada algunos límites siempre tendrán que existir. Además, como no todos estaremos de acuerdo, la tolerancia y estar a veces dispuestos a ceder, también se vuelven necesarios.

¿Qué criterios usan para definir sus límites? Quizá la elección o invención de alimentos sea algo trivial, podríamos pasar a un tema un poco más controvertido como la música y sin duda hay temas complejamente más profundos como la eutanasia, el aborto, la sexualidad, política, por mencionar unos pocos.

En mi caso personal, pienso que siempre tiendo a mantenerme en un punto intermedio. Mis elecciones por lo general se toman bajo un principio pragmático. Dice Pablo de Tarso que se nos permite cualquier cosa pero no todas nos convienen (1 Corintios 6:12) y creo que es muy cierto al momento de elegir. Otro principio que uso mucho es el de evaluar las cosas por sus resultados (sí, claramente pragmático). Bajo este criterio el único inconveniente es que a veces hay que dejar que las cosas sencillamente ocurran, sin embargo a veces solo se cuenta con una oportunidad. ¿Podría servir la experiencia de alguien que pasó por lo mismo? Seguramente si.

Finalmente, contrario al pensamiento que hoy abunda sobre la búsqueda de la felicidad personal, siento que yo soy más partidario de las causas comunes y la búsqueda del bien mayor. Si bien la mayoría de las veces ambos objetivos convergen, en otras ocasiones uno tiene que renunciar a ciertas cosas o bien sembrar con la seguridad (o quizá el sentido de satisfacción) de que otros serán los que cosecharán los resultados. Algunas luchas y batallas son tan grandes que rebasan nuestras vidas pasajeras, disfrutamos hoy las cosas por las que otros vivieron y murieron, y el tiempo dirá qué les dejaremos a los que vienen después de nosotros.