Es inmenso el placer que se experimenta en el recrear interpretando y en el sentir que se está transmitiendo al público un estado de emoción y goce.
Rudolf Nureyev
Soy fan del teatro casi tanto como del cine, aunque con frecuencia suele ser más caro. Hace pocos días comencé con eventos de danza contemporánea. Había asistido a la danza clásica y a la folklórica disfrutándolas por igual. Con la contemporánea tenía mis reservas y prejuicios y suponía que no me iba a gustar. Estaba muy equivocado. A continuación 3 eventos a los que asistí recientemente:
Juan Alto Voltaje
Presentado por Danza UV Compañía en Movimiento, coreografía de Antonio Salinas, la obra es una reflexión sobre la vida actual y sus paradojas donde el ser humano, ejemplificado por Juan, crece anhelando la libertad y hacer lo que quiere pero crece y descubre que erró el camino y esta sujeto a lo que la sociedad le impone: un esclavo más del sistema.
Esta mezcla de teatro, danza, arte abstracto y canto es probablemente la mejor de las tres obras a las que fui. Me enganchó de principio a fin y no dudaría en volverla a ver.

Tres = Seis Frecuencias Abiertas, Voces, rostros y recorridos
Esta fue una muestra del CEPRODAC (Centro de Producción de Danza Contemporánea) que recién se formó el 1 de julio de 2011 y hace la presentación de lo que viene siendo su primera generación de bailarines. Hay dos programas, cada uno con tres coreografías. El día que asistí presentaron el primer programa con las coreografías:
El escote: Una coreografía de Adriana Castaños, que me pareció demasiado abstracta y no me gustó demasiado.

Aquello que en el alma hace silencio: Increíble coreografía de Marco Antonio Silva. Desde cualquier lado que la mire fue lo mejor. Siete cuerpos masculinos en contacto con la naturaleza. La música con flauta en vivo, la escenografía y las luces muy acordes (hay un camino hecho de arroz y en la escena final una fina lluvia de arroz cae sobre los bailarines). A lo largo de la interpretación hay desnudos integrales y al final los siete bailarines concluyen desnudos. Si un desnudo integral en teatro es complicado, uno bailando me parece un doble reto. Pero estos chicos logran su acometido al 100%. Poder ver a detalle los músculos y finos movimientos de un cuerpo desnudo, sea hombre o mujer, en verdad es exquisito.

Retrato: Esta coreografía de Rolando Beattie fue la última y me dejó con un sabor agridulce. Es precisamente una fotografía de una sociedad actual llena de personajes excéntricos. El tema es que no hay tema, solo caos (una cosa que a mi me encanta), como un juego de la vida con personas reales, los 20 bailarines, cada uno con una personalidad propia, recorren azarosamente el escenario, se encuentran, interactúan, siguen su camino. En momentos hay una sensación de estrés en mi cabeza porque es imposible seguir la pista de todos. Conclusión: aceptable.

Aquí un breve video que subió la compañia
La Cebra Danza Gay
Con motivo de su 15 aniversario y haciendo énfasis al Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, esta compañía bajo el mando de José Rivera Moya presentó una función especial en Bellas Artes. Develaron una placa a manos de la directora del INBA y de la actriz Blanca Guerra. Mis coreografías favoritas fueron: «Danzón para un hombre que se convierte en sandía» y «José y Ganimídes, la danza de las estrellas», «Danza del mal amor o mejor me voy» también es buena.
Me llevé una grata sorpresa al descubrir que uno de los bailarines, a mi gusto uno de los mejores, es un chavo de mi colonia. La verdad es que casi me voy de espaldas pero hoy él se ganó mi admiración y mi respeto. Me encantaría que en un futuro sea un bailarín de nivel internacional. Y creo que de eso se trata, que la gente te aprecie por lo que haces, por tu trabajo y tu entrega. Que te juzguen por eso y no por con quien te acuestas en la cama.