Varios saben que me dio varicela en la universidad. Cuando me enteré me moría de vergüenza de imaginar las burlas y lo que dirían de mi. Que iban a decir de que yo a esa edad tuviera «una enfermedad de bebés». Y ni qué decir que era un ñoño a quien le atemorizaba faltar y retrasarse en clases. Pero bueno, sobreviví. Y luego me enteré de que lo mio le pasa a muchas personas año tras año. Le pasó a la esposa de un compañero de trabajo hace unos meses y le acaba de pasar a Bunsen. Así que no es el fin del mundo.
De cualquier forma enfermarte de varicela de adulto es una experiencia que no le deseo a nadie. Te tira cañón, hay que aguantarse la comenzón y a veces la cabeza duele tanto que pides morir. Las secuelas tampoco son agradables: las ampollitas reventadas se convierten en cicatrices que difícilmente se borran por completo y por si fuera poco tienes que vivir conciente de que el virus ahí se queda elevando las probabilidades de padecer herpes zóster en algún momento de tu vida. Y del herpes lo que más nos aterra es el dolor que puede llegar a niveles insportables.
Pues resulta que el lunes pasado, hace una semana precisamente, mientras me bañaba por la mañana, descubrí que en una de esas cicatrices al lado derecho de mi estómago (médicamente hablando se ubica por «los dermatomas lumbares 9 y 10 del lado derecho») tenía la piel irritada y llena de granitos. Una pequeña área como de 4 cms.
Al principio pensé que por el calor se trataba de sarpullido, pero cuando el miércoles vi que la irritación seguía empecé a preocuparme. Dudaba del herpes pues tendría que ser más doloroso, pero de cualquier forma algo había ocurrido.
El jueves agendé la cita pero me la programaron hasta el día de hoy. Curiosamente entre el jueves y viernes la irritación comenzó a ceder y los granitos comenzaron a secarse. Por un momento me sentí tentado a cancelar. Qué bueno que no lo hice.
Hoy fuí y me llevé el susto de mi vida. El dermatólogo me examinó y me dijo muy tranquilo: «pasa a sentarte y ahorita platicamos de qué puede ser». Buscó medicinas y poco a poco empezó a llenar el escritorio como con 12 cajitas de medicamento. Y mientras yo veía, ponía mi cara de WTF diciendo «no por favor, esto no puede estar pasando».
Por fin se sentó y me confirmó que se trataba de indicios de herpes. Pero al parecer se manifestó muy leve y cedió. Me comentó que suele ser raro que se presente en pacientes tan jóvenes pero finalmente hay casos. Y decidió que era buen momento para que tomara el tratamiento. Todo un arsenal de aciclovir aderezado con vitamina B1 (Benerva). Maldición, pues ya qué te queda.
La buena noticia es que esta aparición prematura reduce las probabilidades de que se presente otra vez. Y la razón es que el organismo se ve obligado a generar nuevos anticuerpos para hacer frente a esta reincidencia.
Y bueno les platico también las aclaraciones del doctor para que no se espanten ni me discriminen. La única opción de contagio es que alguien hubiese tenido contacto con el líquido de los granitos (y por la zona afectada esto es aún más improbable) y en dado caso al afectado lo que le daría sería varicela.
Por último solo puedo expresar mi total agradecimiento al Dr. Lino Jesús Parra Velázquez por ser todo un experto profesional pero sore todo por ser una excelente persona. Hace como un año él me dio tratamiento para las cicatrices de la varicela y hoy regresé con total confianza. Sin prisas se tomó todo el tiempo del mundo para explicarme mi situación. Con paciencia sacó su libro, me dio detalles y hasta me puso ejemplos para entender algunos términos. Contestó todas mis preguntas y al final hasta me regaló todo el tratamiento de aciclovir que de haberlo comprado me hubiera salido en unos $1400.00 pesitos. Yo sé que finalmente son muestras gratis que a el no le cuestan, pero finalmente no cualquiera lo hace e incluso sé que hay doctores que no dudan en cobrártelo.
Pues ya tengo algo más que contarle a mis nietos, bueno si algún día los tengo.