¿La ciencia para todos?

Si ahora tomamos una banda de Moebius, su frontera es un círculo topológico. Podemos pegarle un disco a lo largo de sus fronteras homeomorfas. En este caso, obtenermos un plano proyectivo RP2, es decir, obtenemos la primera superfice no orientable N1. No es dificil ver que obtenermos lo mismo que si tomamos un 2-gono e identificamos sus lados como en la figura v.10. Es decir, el plano proyectivo se obtiene de identificar en el borde de un disco los puntos antípodas.

Aventuras de un duende en el mundo de las matemáticas
Carlos Prieto
Fondo de Cultura Económica

Si lograste entender el párrafo de introducción quizá es porque: 1) ya lo sabías, 2) estás estudiando matemáticas o 3) tienes un alto coeficiente intelectual. Si tienes las tres, felicidades y mis respetos. Temo sin embargo, que para la mayoría de los lectores promedio este párrafo tendrá un nivel técnico un tanto elevado.

Aún como ingeniero reconozco que me llevó un rato comprenderlo. En especial porque aunque en las páginas anteriores se explica el concepto de superficie no orientable, no es así con los términos: homeomorfas ni antípodas, los cuales tuve que hacer una pausa para buscarlos. En pocas palabras lo que quiere decir el párrafo inicial es que una banda de Moebius es topológicamente equivalente a un círculo. Y al decir topológicamente entiéndase que nos referimos a las propiedades geométricas que se conservan pese a las transformaciones continuas (deformando y estirando el círculo podemos llegar a la banda Moebius y viceversa).

Si pertenece a mi generación o generaciones posteriores seguro le tocó toparse en algún momento con un libro de la serie «La Ciencia para Todos» del Fondo de Cultura Económica. Yo tengo una colección de unos 40 títulos en cuyos temas predominan las matemáticas, la física y la astronomía. Me gustaban tanto que uno de mis sueños de mi época de estudiante era ganar uno de los concursos que el FCE organizaba escribiendo sobre ellos. Y lo que más me entusiasmaba era recibir como premio otra dotación de más libros. Nunca participé por cierto.

Sin embargo, aún desde aquellos tiempos siempre tuve una queja continua. La colección «La Ciencia para Todos», que surgió por ahi de 1996, tenía el noble propósito de hacer más entendibles a los estudiantes y lectores comunes los temas más complejos y casi inaccesibles de la ciencia. Para mi gusto dicho objetivo no siempre se cumple. Suelo ver en ellos este patrón: inician muy bien y luego se pierden en un mar de fórmulas, tecnicismos y definiciones confusas. A veces pareciera que tienen más la intención de fanfarronear o demostrar lo complicada que puede llegar a ser la vida del científico.

Es posible que la dificultad para entender estos libros este asociada a la educación promedio del mexicano y nuestro deplorable sistema educativo. Sin embargo, también es muy posible que la falta de vocación para la escritura de muchos de los científicos termine pasando la factura. Quien decide aventurarse a probar puede concluir que la ciencia es aburrida o tan complicada que no esta hecho para ella. Justo lo opuesto a lo que se pretende conseguir.

Por citar un ejemplo les cuento de una reciente adquisición, Aventuras de un duende en el mundo de las matemáticas. Para supuestamente hacer más amigable la lectura, al doctor Carlos Prieto se le ocurre la «brillante» idea de incluir como protagonista a el duende Sarando, que habita en el jardín de un profesor de matemáticas. Suena bien, pero ¿de qué sirve dicho protagonista si lo único que hace cada capítulo es literalmente meterse a la casa del profesor abrir un libro sobre x tema y comenzar a leer? Con ese resultado la inclusión del duende sale sobrando.

¿Significa eso que todo está perdido y que los buenos científicos que a la vez son buenos divulgadores pertenecen a la imaginación? Absolutamente no.

Sirva de contraste otro buen libro que en ese sentido utiliza a personajes imaginarios para ayudar a digerir la enseñanza. Me refiero a El Breviario del Señor Tompkins del difunto físico George Gamow. El Sr. Tompkins es un empleado de banco, un ciudadano común que resulta ser un comiquísimo personaje que en sus sueños viaja a mundos extraños donde los efectos cuánticos y relativistas entre otras curiosas propiedades se hacen presentes en el mundo cotidiano. Clara prueba de que existe lectura de divulgación científica que cumple bien su función.

Ahora quiero hablar de otro libro que aprecio mucho y que me ayudará para exponer otra idea. Se trata de El burro de Sancho y el gato de Schrödinger del escritor y periodista mexicano Luis González De Alba (1944-2016). González de Alba que se autodenominaba ‘un científico frustrado que seguramente erró de profesión’, solo tenía como credenciales para escribir divulgación científica su experiencia como ávido lector de revistas científicas. Como parte de una iniciativa de la editorial Paidós escribió un de los libros que personalmente me parece que es de los mejores que he leído y disfrutado. Sin bien la forma en que aborda algunos temas hoy me parece que rayaba en la especulación o los límites de la veracidad, creo que conseguía muy bien el objetivo de despertar el interés por la ciencia al lector común.

Con estos dos ejemplos, quiero concluir que sí es posible hacer mejor libros de divulgación científica. Es necesario que la gente que hace ciencia y desea divulgarla al público general invierta algo de tiempo, consiga la experiencia para saber cómo transmitirla. No es de extrañar que uno de mis autores favoritos de «La Ciencia para Todos» resulte ser el doctor Shahen Hacyan, quien por muchos años escribió su columna de la ciencia «Aleph Cero» en los periódicos. Además, como esto definitivamente no siempre resulta posible, es necesario que los libros no se vean como un trabajo exclusivo de investigadores, sino que también involucre a gente de las áreas de la comunicación y casi o el mismo peso .

Por supuesto sacar adelante al país requerirá más que eso. Sin embargo los buenos escritos que revivan el interés de jóvenes y mayores por la ciencia siempre serán un buen fundamento.