¡Gracias amigos!

El fin de semana ha sido maravilloso, lleno de reflexiones, emociones, purificador y sanador. Lleno de buenos amigos como Poncho y otros más, así como otras de nuevas amistades que te recuerdan que lo importante que eres. Son de esas experiencias raras donde el universo conspira para hacerte sentir bien y te dice que tienes un lugar en él perfectamente ubicado y que eres necesario (y me acordé de cuando me pasó esto).  Replantearte todo de nuevo. Bueno ni tan nuevo, quizá solo recordatorios, pero de cualquier forma importantes porque solemos olvidarnos de ellos con el trabajo y el ajetreo.

Recordatorios de que las amistades se cultivan y deben de ser recíprocas. Que para recibir primero también hay que dar. Que pese a nuestras diferencias no hay barreras más grandes que las que nosotros mismos nos ponemos pues todos somos humanos. Si me quejo de mi falta de amigos quizá debería primero de autoexaminarme, «buscar mi viga antes que la paja del ojo ajeno». Aceptar que podemos estar equivocados. Nunca perder la humildad (si es que en realidad la tuvimos alguna vez). Saber perdonar. Ayudar antes que derrumbar y destruir. Empatía, tolerancia.

Este fin de semana crecí y prometí algunas cosas. Ayer por la noche vencí la innercia de mi indiferencia y le hablé a Poncho para pasarle mi número de cel como tantas veces le habia prometido a muchos (y nunca les cumplí). Ya armaremos algunos nuevos planes. Le prometí a otra amiga argentina que probaría el mate y ayer también lo hice. Y me gustó. Quizá intente tomarlo más seguido. Y espero que solo sea el comienzo y pueda ser una mejor persona de lo que soy hoy (y dejar de ser tan estúpido como cuando hago esto).

Gracias amigos por estar allí y no abandonarme, por hacerme sentir útil y darme los ánimos que necesitamos. Y gracias a ustedes lectores por aguantarme.