
¿Qué más puedo decir de este increíble señor Clint Eastwood que parece que en cada una de sus películas tiene la fórmula perfecta para jugar despiadadamente con nuestros sentimientos y al final aplaudirle?
Cuando uno ve el trailer se imagina de que va la historia. Un viejo amargado víctima de un pasado desagradable que poco a poco se convertirá en amigo de los vecinos chinos que tanto se empeña en odiar. Y al final acabará dispuesto a darlo todo a fin protegerlos.
Pero es Clint Eastwood y uno sabe que la historia no va a ser asi de sencilla y que el tipazo le pondrá la medida correcta, el sazón para no desperdiciar ninguno de los 116 minutos que dura. Y por simple que parezca, la película se va como agua con un viejito que se la pasa insultando a medio mundo sin reprimirse, haciéndole fuerte competencia al mismísimo Dr. House. Prepárense para oir una serie de «finos comentarios» sobre chinos, mexicanos, irlandeses, polacos, negros, judíos entre otros. Otro tanto más tendrán con los diálogos del Sr. Kowalski (Eastwood), su hijo y la famila de este y ni que decir con el sacerdote católico. Y claro, las caras de berrinche de cuando el señor se enfurece.
Y claro esta la historia, donde el Sr. Kowalski o Walt pa’ los cuates se irá dando cuenta de cómo puede llegar a tener más en común con una familia de extraños que con sus propios hijos. El final parece obvio, aunque nunca hay que olvidar que el señor Eastwood es especialista en sacarse el as bajo la manga.
Finalmente como curiosidad me entero que dos de sus hijos participaron en la película, Kyle Eastwood en la música y su hijo Scott Eastwood hace una breve intervención (la escena donde Sue y su amigo son molestados por tres negros) en la que básicamente el Sr. Kowalski le llama «mariquita irlandesa».
Muy recomendable.