Luego de la lamentable trayectoria por la secundaria, llegó el turno de ir a nivel medio superior. Para aquel entonces yo era un joven un poco más ignorante de la vida de lo que soy ahora y estaba a punto de escoger cualquier opción irrelevante. Por fortuna recibí a tiempo la asesoría de mi tia (a quien le agradezco profundamente), que para ese entonces era profesora de la Voca 11. Me mostró unos folletos y me recomendó apostarle a las «Vocas» recomendándome en especial la 9. Las especialidades me latieron y reacomodé mi lista de opciones dejando la «Voca 9» como primera opcion seguida de como otras 5 vocas y para no hacerselas larga me acabé quedando en mi primera opción.
Asi fue como llegué a la famosa «Bátiz», famosa para todos, excepto para mi que siquiera la conocía. Famosa por su nivel, pues se jactaban entre otras cosas, de dar temas con libros de Nivel Superior, como el clásico Resnick de Física (en la superior descubriríamos que hay libros que dejan en ridículo a este). Famosa por su disciplina, con vestigios del militarismo de sus primeros directores, con sus prefectos que nos trataban como niños. Famosa por ser la única voca libre de porros (cuando salí decían que ya habia algunos, pero nada para espantarse). Famosa por llevarse muchos años el primer lugar de la Cachi Cachi Porra (si quieren leer una narración en primer persona piquenle aqui). Símbolo de ñoñez y de memorables alumnos en las Olimpiadas de la Informática. Leyendas son inevitables con los ex compañeros cuando nombres como Llerena, Malagamba, Ulloa, Polito, Pedro, Marrufo, Eguía y demás se pronuncian.
No cabe duda de que muchas cosas aprendí ahi, y otras tantas nunca explote como si lo hicieron otros. Si me pidieran que dijera cual fue la mejor lección de Bátiz, creo que seria que aprendí a jamás decir no puedo sin siquiera intentarlo. Durante los primeros semestres siempre acababa rendido creyendo que aquel semestre que terminaba habia sido el peor y que no podría con el siguiente. Sin embargo la realidad fue que el siguiente semestre llegaba, había nuevos retos, le tenía que echar los kilos y al final ahi estaba dando guerra de nuevo. Con el tiempo uno comienza a perderle el miedo.
Ayer luego de años de intentarlo por fin subi algunas fotos de esos tiempos. Aunque desconozco a ciencia cierta el paradero de muchos de estos viejos compañeros, sé que la gran mayoría sigue adelante con sus metas. Conservo el contacto de unos cuantos, pero desde aquí mis mejores deseos para cada uno de ellos.
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Al ver las fotos también es inevitable hacer memoria de las vueltas que da tu vida y de cómo se cruza con gente que ni siquiera imaginabas. Me recuerdan que también la Bátiz me enseñó lo complicadas que pueden ser las amistades. A lo largo de mi estancia los grupitos se fueron armando y yo también pertenecí a uno: el de César, Miguel Angel, Cuahutemoc y yo. Fueron tiempos increíbles que tuvieron de todo, incluyendo su momentos tormentosos. Aprovecho para sincerarme y dar lugar a confesiones que nunca antes platique y que aunque ahora son niñerías, en su momento tuvieron peso. Reconozco que me dolía lo que le pasaba a cada uno de ellos y quizá fue eso lo que hizo que alguna vez de regreso de Aguascalientes me pusiera a llorar delante de César porque las cosas habian salido mal. Sé que él me entendió, pero para mi aquel momento marcó el inicio de las distancias. Ya en el último semestre trabajando los 4 en el proyecto final, las cosas se ponían tensas. Desde mi punto de vista la competencia sobrepaso a una amistad con sintomas de deterioro. Mi último error fue platicarle algunas cosas que no me parecían de César a su novia y a el mejor amigo de ella (y aunque quede la duda y reconozca que fue un error, las platiqué porque no creí que se valía jugar con los sentimientos de las personas). Luego vinieron la lucha de indirectas, mi falta de interés por el proyecto y el genio de César complicándose cada dia más hasta que aquella amistad se esfumó. Yo también me cegué y en ocasiones solo pasabamos la tensión al resto del equipo que fue el que acabó pagándola. Asi acabaron los días en Bátiz.
Unos meses después le platiqué mi historia a otro gran amigo de Bátiz, Mario. Para ese entonces nuestro proyecto se habia presentado en una exposición y como resultado nos habian dado un premio económico. César argumentó que debíamos repartir el dinero siendo sinceros y diciendo el porcentaje que creíamos que merecíamos en vez de irnos a partes iguales. A nadie del resto del equipo le pareció la idea y yo le dije que si a esas íbamos entonces que él fuera el primero en decir su porcentaje y total que nunca se llegó a nada. De una cosa estoy seguro: nunca me interesó el dinero y jamás le insinué eso a Mario. Yo creía que mi confesión estaba segura, pero resultó que en la primera oportunidad que Mario pudo ver a César, no se a ciencia cierta cómo, pero puedo suponer que prácticamente le dijo que era un gandalla y que me diera la parte que me correspondia (cosa que nunca fue mi intención).
A los pocos dias me topé con César saliendo del CENLEX (centro de idiomas) con su peor cara de ira y con ganas de golpearme. Aquel evento tan improbable me topó por sorpresa (A estas alturas yo no sabía que Mario le habia ido a decir todo). Me tildó de chillón, mentiroso y traicionero y me dio mi parte del premio (creo que eran algo asi como $200.00 pesos). Cuando quizé explicar el malentendido sobre el dinero me calló diciendome algo asi como «¿me vas a echar otro de tus cuentos?, ¿asi como todo lo que le dijiste a mi novia de mi?». Asi es, la novia también habia soltado la sopa y nada que dijera podría salvarme en ese momento de la situación. Aunque se me estaba juzgando injustamente no podía negar que de alguna forma estaba pagando los actos pasados. Creo que no pude decir nada y al final César me dijo: «Aprende a ser un buen amigo» y se marchó enojadísimo. Creo que fue la última vez que lo vi.
Cuando Mario me dijo que él habia sido quien se habia ido a quejar con César me sentí verdaderamente molesto. Pero entonces entendí que podía optar por enojarme y echar a perder otra amistad por una estupidez o bien, empezar a corregir los errores del pasado. Asi que me lo tomé con filosofia y todo salió bien. Aunque no fui el único culpable, es mi deber centrarme solo en mis fallos. Más que enojarme, aquel día tomé las palabras de César por el lado amable y supe que ya nada sería igual. Creo que sigo siendo el gran ermitaño que no se empeña en ser el gran amigo de nadie, pero definitivamente si aprendí de aquellos errores. Olvide los rencores, lo superé y hoy hasta es motivo de risa. Cua, Miguel, César, gracias por ese gran equipo.
Y si quieren una gran reseña de Bátiz aqui un documento bien padre.
UPDATE: Si supe de César algún tiempo despues por el Hi5, me escribió para saludarme y desear que me fuera bien, yo le respondí también con mis mejores deseos. A Cua me lo topé un dia en el metro, lo tengo agregado en el MSN, pero reconozco que hablo poco con el. A Migue lo seguí viendo en ESCOM (ya hablaré mas en la futura entrada) lo cierto es que saliendo nunca volví a saber de el.






















