¡Yo si quise ser alguien en la vida!

Haz click en la foto. Le daré un premio al que logre ubicarme.
Haz click en la foto. Le daré un premio al que logre ubicarme.

A mediados de 1996, no recuerdo exactamente bien cómo, pero fuimos invitados a un curso por parte del municipio de Tlalnepantla donde supuestamente reunían a sus mejores estudiantes. Fueron dos semanas de vida desperdiciada donde quizá lo más rescatable fue una clase de técnicas de aprendizaje basada en un manual de Ronald Hubbard, si, el mismísimo fundador de la Iglesia de la Cienciología (ojo, el curso nada que ver con estas ondas).

Nosotros al igual que los demás ya estabamos acabando la secundaria. Era curioso ver reunidos a «los ñoños» de Tlalnepantla, cada uno con sus propias excentricidades. Por ejemplo vean a la güera atrás en la última fila del lado derecho (5ta de derecha a izquierda). Estaba enchiladisima porque por garrocha no la dejaron salir hasta adelante a lado de los «profes», cosa que hizo durante todo el curso. Lo cierto es que a pocos volví a ver después de eso y como todo, varios se fueron quedando en el camino «de la excelencia». ¿Esto no se lo sabían verdad? Pues aún hay más.

Quizá el secreto mejor guardado de mi historial escolar es que fui un chico ICEL, un chico «No te la crees» y «Yo si quiero ser alguien en la vida». Por causas de fuerza mayor mi hermana y yo terminamos cursando la secundaria en escuela de paga, el Instituto ICEL plantel Acueducto, hoy convertido en el famoso Plantel Azteca (supongo que ahora si se estudia mejor). Pero no teman reirse, yo también lo hago cuando aparecen los comerciales en la tele. Aún asi no niego que tuve contados maestros excelentes. Llegué a participar en un concurso de mejores estudiantes en el DF y quedé en el lugar 15. Salí con promedio de 9.8 y con cara de muy fregón para entrar a la Voca 9 y ahi ver como mi promedio valía para dos cosas. El primer semestre mi promedio lo despedazaron, lo pisotearon, me lo restregaron en mi carita diciendo «o te pones las pilas o vas pa’ fuera», la competencia era brutal y ahi comprendí que el dichoso numerito era la cosa más subjetiva que había. Cuando pasé mi primer semestre de matemáticas con 8, el numerito me supo a gloria, porque de los 5’s con los que empecé, había logrado superarme. Eso fue la mejor enseñaza de Bátiz, pero ya hablaré pronto a mas detalle de ella.

No puedo jactarme de la educación del ICEL, sencillamente era deficiente. Quizá lo rescatable de ICEL (o quizá no tanto) es que nos mostró la cara de la malicia. Sinceramente creo que me tocaron cosas que dificilmente veía un chico de otras secundarias públicas en aquellas épocas. En la escuela abundaba la generación escoria, los hijos de papi que les pagaban su escuela pero jamás les dedicaban un minuto (los padres de los más problematicos jamas se presentaban a juntas), otros eran jóvenes ya pasaditos de edad que se pagaban su escuela, pero había cada vida para sorprenderse. Si a eso le sumamos que la escuela ofrecía bachillerato, la influencia era aún peor.

Recuerdo que el primer día de clase me convertí en la mascota de la cafetería. Asi chaparrito, los chavos de bachillerato me sentaron en el mostrador para bromear un rato y alburearme. El susto no pasó a mayores, pero la escuela optó por darnos el recreo antes de los de bachillerato para evitarse de problemas. Había de todo. La parejita que se metía drogas y cuyo chavo un día rompió la ventana de un laboratorio de un puñetazo cortándose la mano y teniendo que ser llevado a urgencias. Un compañero que trabajaba en Tepito y era toda una fichita que hasta nos confesó que para aguantar las jornadas algunas veces le entraba a la cocaína. Un chavo con serios problemas de familia que casi casi se masturbaba en la clase de apreciación artística y que cierto día le mostró al profesor su miembro excitado debajo del pants. Como el profesor era llevadito lo único que hizo fue regañarlo. Jugar a la botella en plena clase y luego que una alumna de castigo le preguntará al «profe» que de qué tamaño lo tenía. Otro día en pleno torneo de basquetbol femenil los ánimos se caldearon tanto que las chicas del plantel se agarraron a golpes a las invitadas de otro plantel. Las otras chicas trataron de refugiarse en un salón mientras toda la multitud de espectadores se abalanzó sobre ellas y ya adentro un chavo del plantel se descontó a una de ellas. Afortunadamente las autoridades lograron detenerlo. Tampoco era raro que con pleno consentimiento de los padres algunos chavitos de secundaria portaran un arma en el carro. Y tantas y tantas cosas más.

Solo resta decir que sobreviví con no mayores percances que los recuerdos.  Sé que algunos de los excompañeros salieron y luego sus vidas los llevaron a la cárcel. Yo logré camuflajearme y convivir solo lo necesario para no convertirme en alguno de ellos. Y eso fue el mentado ICEL, quizá sin él mi vida hubiera sido distinta (mejor? no lo sé). Pero como dicen, de todas las experiencias buenas o malas puede aprender uno algo.

Les dejo con una foto de los compañeros.

ICEL1996_1

Por cierto, para despertar su morbo, algunos de estos chavos son de los que comenté en las experiencias de arriba. Pero por respeto no esperen que les diga quién fue quién